En una ocasión, siendo mi papá Decano de la Facultad de Ingeniería en la UCA, Managua (si allá en los 70, antes de la Revolución), un alumno «se atrevió» a acusar a mi papá ante el Rector, de trato injusto y de haberlo aplazado en el examen por puro gusto.
El alumno y el Rector llegaron al despacho de mi papá, quien los recibió con su entonces acostumbrada bocanada de humo de cigarro.
R(ector): Doctor, aquí tenemos a este alumno, que dice usted se equivocó en aplazarlo.
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